Postal de ninfa

Amo los paisajes
que destruyen
con la misma fuerza
que tu cuerpo ajeno
y tu sexo inocente
que se embaraza
cada mediodía
en el jardín de la escuela.

Pienso por ejemplo
en las bahías de arena blanca
que te inducen a la asfixia
con sabor a coral.

O en los eclipses de sol
que literalmente te ciegan
por atisbar el milagro de una corona
de hidrógeno incendiado.

O en los desiertos
junto al mar
donde basta una ola
para caer en la sed
de la indiferencia.

Amo tu cuerpo
como postal de viaje
que sólo se recorre una vez
y se mira por segundos
antes de tomar
el vuelo hacia la nada,
esa audaz autoestopista
que siempre
le gana a la muerte
y que acompaña tu descenso
hacia el olvido.